Cáncer de mama VII

Al inicio del tratamiento el doctor me habló de 8 sesiones de quimioterapia.  Los efectos son acumulativos, ahora no me cabe la menor duda.  Las dos primeras fueron bastante tolerables, despues de la 3ra pude incluso viajar, me sentí muy cansada por momentos, no dejé de tener los síntomas como náuseas y acidez estomacal entre otros, pero lo pasé.  La cuarta causó estragos mas fuertes en mi sistema digestivo, tuve que pasar noches enteras durmiendo sentada porque acostada me provocaba vómitos toda la noche.  Luego hubo cambio en el medicamento y en la secuencia del tratamiento.  De la ciclofosfamida pasamos al paclitaxel y de recibirla cada 21 dias, a recibirla semanalmente.
Tengo ya dos semanas recibiendo esta nueva medicina y la primera semana me sentí feliz con el cambio.  Pensé que podría hacer mis rutinas y salí a caminar, a hacer compras y a moverme normalmente. Ahora voy para la tercera semana y siento que me falta fuerza, no logro recuperarme tan rápido.  El doctor me ha recomendado descansar.  Así será.

De lo único que escucho conversar entre las pacientes que recibimos quimioterapia, ademas de compartir sus síntomas y dolencias, es de la alimentación.  Es cierto que este es un factor muy importante, pero es evidente que debe ser lo mas sana posible, punto. Hay alimentos como el brocoli, platanos maduros, espárragos, cuy, entre otros a los que se les atribuye cualidades casi milagrosas para la cura del cáncer. Y tambien estan las plantas medicinales.

He escuchado mucho, recien la semana pasada me animé a hablar.  Lo hice con dos señoras que como yo tienen cáncer de mama, me escucharon.  Otra alimentación es necesaria, aquella que alimenta nuestros cuerpos sutiles, alimentación y terapia es necesaria para limpiar/purificar nuestro cuerpo emocional, silenciar nuestra mente (cuerpo mental), es ahí donde debemos trabajar.

Cuando veo las campañas de la lucha contra el cáncer pienso que algo mas se debe hacer.  No solo es informar sobre esta enfermedad y cómo detectarla a tiempo para su tratamiento, sinó cómo erradicarla por completo de nosotros, porque está en cada uno poder hacerlo.  De lo contrario, pasados unos años habrá reincidencia en otro lugar del cuerpo. Y Dios no quiera, metástasis.  Es vital que hagamos una introspección de nuestras emociones guardadas para liberarlas adecuadamente.  Entendiendo nuestros procesos, sanándonos con nosotros mismos, perdonando y aceptando.

Estoy en eso.  Les dejo esto que acabo de leer en "Un curso de Milagros":
 
La percepción es una función del cuerpo y, por lo tanto, supone una limitación de la conciencia. La percepción ve a través de los ojos del cuerpo y oye a través de sus oídos. Produce las limitadas reacciones que éste tiene. El cuerpo aparenta ser, en gran medida, auto-motivado e independiente, más en realidad sólo responde a las intenciones de la mente. Si la mente lo utiliza para atacar, sea de la forma que sea, el cuerpo se convierte en la víctima de la enfermedad, la vejez, y la decrepitud. Si la mente, en cambio, acepta el propósito del Espíritu, el cuerpo se convierte en un medio eficaz de comunicación con otros, invulnerable mientras se le necesite, que luego sencillamente se descarta cuando deja de ser necesario. De por sí, el cuerpo es neutro, como lo es todo en el mundo de la percepción. Utilizarlo para los objetivos del ego o para los del Espíritu depende enteramente de lo que la mente elija. 
El perdón es algo desconocido en el Cielo, donde es inconcebible que se pudiese necesitar. En este mundo, no obstante, el perdón es una corrección necesaria para todos los errores que hemos cometido. Perdonar a otros es la única manera en que nosotros mismos podemos ser perdonados, ya que refleja la ley celestial según la cual dar es lo mismo que recibir. El Cielo es el estado natural de todos los Hijos de Dios tal como Él los creó. Ésa es su realidad eternamente, la cual no ha cambiado porque nos hayamos olvidado de ella.
El perdón es el medio que nos permitirá recordar. Mediante el perdón cambiamos la manera de pensar del mundo. Al no mantener a nadie prisionero de la culpabilidad nos liberamos. Al reconocer a Cristo en todos nuestros hermanos, reconocemos Su Presencia en nosotros mismos. Al olvidar todas nuestras percepciones erróneas, y al no permitir que nada del pasado nos detenga, podemos recordar a Dios. El aprendizaje no nos puede llevar más allá. Cuando estemos listos, Dios Mismo dará el último paso que nos conducirá de regreso a Él.

 




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