Ecoeficiencia y mas

El análisis de “la cuna a la cuna” desarrollado por William McDonough y Michael Braungart plantea una propuesta interesante en la cual todos los productos desde su diseño y primera concepción debieran nacer con la idea de retornar nuevamente a la cuna. Esto quiere decir, nacer (de la cuna) para luego al culminar su periodo de vida retornar a integrarse a la madre tierra (a la cuna nuevamente). Actualmente nuestra sociedad de consumo no considera este concepto en lo más mínimo, pues todos los productos son creados –y hasta nosotros mismos- para nacer y terminar al final, en una tumba.

La propuesta es entonces, promover un cambio del paradigma en el rediseño de los productos desde la visión actual “de la cuna a la tumba”, por el “de la cuna a la cuna” (cradle to cradle, en ingles).

Las creaciones de la naturaleza llevan incorporado este concepto; y nosotros también estamos diseñados de la misma manera, es nuestra herencia retornar a la fuente, somos parte de la naturaleza, solo que nos hemos desconectado de ella. A su vez, hemos creado un envase (nuestra tumba) de tal manera que nuestro retorno a la cuna está distorsionado. Y sucede así con todas las creaciones de la industria moderna, las cuales solo son creadas para ser consumidas o disfrutadas, mas no para ser reintegradas a su fuente. A nadie le interesa su destino final una vez terminado su tiempo de vida o de disfrute.

Los autores de esta propuesta mencionan que si nuestra sociedad hubiera estado sustentada en una filosofía basada por ejemplo en la creencia de la existencia de la reencarnación del hombre, otra podría haber sido la visión con respecto al desarrollo industrial. Es lógico pensar que una creencia tal como la reencarnación podría habernos vuelto mas responsables respecto a nuestros propios desechos imposibles de reintegrarse a la naturaleza en el futuro, puesto que tendríamos que retornar nuevamente para vivir otras vidas heredando lo que dejamos (tiramos) en el pasado.

Es interesante ver como un problema global como es el del medio ambiente a nivel planetario conlleva a que la sociedad se replantee los antiguos sistemas no solo económicos y productivos, además de los sistemas políticos y sociales sino también aquellos sistemas de creencias sobre los que hemos pensado que actuábamos “correctamente”.

Actualmente las sugerencias ambientalistas de “ser menos malo” con respecto a la industria son valiosas por cuanto envían mensajes importantes de preocupación medioambiental –mensajes que captan la atención del publico y originan importantes investigaciones. Pero lamentablemente en lugar de presentar una visión de cambio inspiradora y excitante, estas convencionales aproximaciones ambientalistas solo se centran en lo que no hay que hacer.

La teoría de la eco-eficiencia es un ejemplo claro con sus recomendaciones respecto a consumir y producir menos; ella plantea soluciones a través de la reducción y el sacrificio, a compensar nuestra huella ecológica, a causar menos impacto sobre el medio ambiente. Lógicamente esta es la vía más aceptable para las industrias que desean incorporar iniciativas de protección al medio ambiente puesto que también son generadoras de ahorros al lograr eficiencia en sus consumos de insumos y energía.

Pero detrás de la eco-eficiencia debe existir el cambio del paradigma ya que sino esta iniciativa así como muchas otras, se quedaría solamente en una respuesta de seres humanos que como especie responsable de haber sobrecargado al planeta mas allá de lo que podía soportar, está condenada a reducir su presencia, sus sistemas, actividades, e incluso su población.

Esta tendencia con objetivo cero (cero residuos, cero emisiones, cero huella ecológica) es también válida mientras sigamos considerando al ser humano como algo malo, algo malo que erradicar o minimizar del planeta. El reto es proponer iniciativas de cambios a las teorías ambientalistas de “ser menos malo” e iniciar el cambio de conciencia que la humanidad necesita, no para ser menos malos, sino para ser plena y totalmente buenos, coherentemente bondadosos entre todos los seres vivos y con nuestro querido planeta.

El cambio se inicia en casa, el cambio se da primero a nivel individual reconectándonos con la naturaleza de la que formamos parte y de la que nos hemos alejado tanto. Reflexionando e interiorizando estos temas lograremos ampliar nuestra conciencia a niveles en los que seamos capaces de sentir que somos parte de la naturaleza desde la cuna con nuestra madre tierra, hasta la cuna que nuevamente nos acoja cuando sea el momento de abandonar este cuerpo físico para levantar vuelo a alturas superiores de conciencia. Y si creemos en la reencarnación... ¡nos encontraremos al retornar nuevamente a la cuna!