Acabo de terminar de leer “Clean” del autor Dr. A. Jurgen,
médico que propone una terapia para prevenir (y curar) enfermedades a partir
de una desintoxicación del cuerpo. Es
interesante reflexionar a partir del conocimiento de lo que significa una
toxina, el circuito que ésta realiza en nuestro cuerpo y cómo éste intenta por
todos los medios posibles deshacerse de ella.
Esto último no es tan sencillo como debiera ser. Todos entendemos más o menos bien que nuestro
organismo se toma alrededor de 8 horas para digerir los alimentos. Lo que poco sabemos es que a partir de
terminar la función digestiva recién se inicia la función de eliminación, la
cual toma alrededor de 4 horas para ser realizada completamente. Esto es, que tras las 8 horas de trabajo en la asimilación
de nutrientes, debemos dejar al cuerpo que trabaje sin interrumpir sus
procesos, cuatro horas adicionales para permitir la eliminación de todo aquello
que no es aprovechado por nuestro organismo.
En términos prácticos significa que entre la hora de la cena (última
comida) y el desayuno debería haber un lapso de 12 horas durante las cuales no
le demos trabajo a nuestro sistema digestivo.
Si interrumpimos la función de eliminación, el cuerpo se ocupará de
otros procesos postergando la eliminación con la consecuente acumulación de los
deshechos/toxinas en los intestinos.
La acumulación de toxinas en los intestinos provoca trastornos
que van desde la inflamación hasta el cansancio y generación de enfermedades
diversas. La toxicidad es una afección que la medicina moderna apenas
registra, cuando se utiliza en ámbitos médicos es para describir casos de
envenenamiento agudo, o de alcoholismo o drogadicción.
La toxicidad no es una enfermedad o un síntoma
especifico. Es la situación disminuida
que experimentan en su interior todos los seres vivos que en mayor o menor
grado respiran el aire de hoy comen los alimentos de hoy, y viven en ciudades,
suburbios o zonas rurales de hoy. Ingerimos toxinas, inhalamos toxinas, nos ponemos productos tóxicos en la piel, y en otro nivel tambien compartimos pensamientos y emociones tóxicas.
La toxicidad revela una falla evolutiva del ser humano en el
aspecto de conducta o desarrollo espiritual.
Nuestro cuerpo ha desarrollado correctamente pero debemos ayudar en esa
evolución con nuestro pensamiento y nuestra conducta, ésos son los que deben
evolucionar.
A nivel corporal, la mucosidad es una respuesta natural de defensa contra la
irritación. Al inhalar un cuerpo extraño la nariz segrega moco para eliminar lo
que produce la irritación. Lo mismo
ocurre en los intestinos, las toxinas ingeridas irritan la pared sensible de
los mismos, creando un tapón de mucosidad pegajosa para aislar las partículas
toxicas. Las toxinas viajan por el
torrente sanguíneo provocando irritación a donde quiera que vayan. Para protegerse de ella se genera dentro y alrededor
de las células de los músculos y tejidos una mucosidad ácida que aumenta la
acidez del cuerpo. Esta mucosidad actúa
como esponja absorbiendo agua por lo que infla las células produciendo hinchazón.
La inflamación es un mecanismo de supervivencia de gran
complejidad. Se produce cuando se activa
un conjunto de productos químicos en la sangre por la presencia de algún cuerpo
extraño o porque algún elemento está dañado.
Estos productos químicos atraen células de defensa que protegen a los
tejidos de los agresores. Pero si el
cuerpo está expuesto constantemente a
sustancias irritantes la respuesta inflamatoria está siempre activada, de
manera sistemática en todo el cuerpo.
Los seres humanos modernos sufren de inflamación crónica. La inflamación (latin inflatio, prender
fuego) es para el medio ambiente del cuerpo lo que los incendios son para el
planeta.
El intestino humano es similar a la raíz de una planta,
ambos absorben agua y nutrientes, y cuando están enfermos, ambos muestran los
síntomas en órganos lejanos, como las hojas y las ramas o la piel y el pelo.
Alrededor del tubo intestinal se encuentran el 80% del ejército
del sistema inmunológico del organismo, recibe el nombre de tejido linfático
asociado al intestino (GALT). Nuestro
GALT tiende a vivir en un estado de alerta, que le obliga a iniciar
constantemente respuestas inmunológicas, de modo que roba sutilmente energía al
cuerpo que debería estar disponible para curar, detoxificar y realizar otras
funciones importantes. Este vaciado de
reservas suele sentirse inicialmente con un cansancio diario. Cuando la integridad intestinal se pierde el GALT se expone
a visitantes que nunca hubiesen aparecido en condiciones naturales. Alimentos que nunca antes representaron un
problema se convierten en condiciones de toxicidad, en alérgenos potenciales.
Cuando le permitimos al cuerpo reparar la pared intestinal,
replantar buenas bacterias y calmar a los ejércitos inmuno inflamatorios con
nutrientes específicos podemos regresar al estado natural del organismo.
Cuando la flora intestinal está muy dañada, una de las
primeras cosas que se notan es un aumento de resfriados comunes y procesos
mucho más largos de dolores de garganta y gripe, algo considerado como “normal”
en temporadas de gripe, pero que no lo es tanto considerando que es
consecuencia de un intestino en mal estado.
Algo que pocos saben es que alrededor del GALT existen
millones de células nerviosas, tantas como en el cerebro e incluso más. Podríamos entonces decir que “pensamos con el
estómago”. Esto hace que tengan la capacidad de procesar información sobre lo
que está pasando y de poner en marcha una respuesta, sin depender del cerebro
ni del sistema nervioso central.
Al igual que las neuronas del cerebro, las células nerviosas
de los intestinos se comunican entre sí por medio de sustancias químicas
llamadas neurotransmisores. Hay muchos de estos, algunos se involucran en
respuestas de estimulación otros en respuestas inhibitorias. Uno de los más conocidos es la serotonina, de
que se cree que es responsable de la sensación de felicidad y bienestar. La creencia es ésta se fabrica en el cerebro,
al determinar nuestro estado de ánimo y emociones. Es increíble descubrir que alrededor del 90%
de la cantidad total de serotonina del organismo es producida por las células nerviosas
de los intestinos. No nos sorprenda que cada dia existan mas seres humanos con depresión crónica sin mediar causas aparentes que expliquen los cuadros depresivos.
Conclusión: empecemos por dejar trabajar 12 horas a nuestro
cuerpo en sus funciones digestivas de asimilación y eliminación, y pronto
empezaremos a sentir los resultados, incluso de mayor felicidad.
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