La dualidad y el cambio

Nuestro mundo está gobernado por leyes, la naturaleza y la vida en general, responde y se desarrolla en base a ellas. Una de estas leyes es la polaridad (el Kybalion, documento que contiene los principios herméticos dejados por Thot o Hermes Trimegistro, la tiene como una de sus 7 leyes espirituales o principios fundamentales), la existencia de los polos opuestos o dualidad.

Aprendemos de la naturaleza dual de las cosas materiales, positivo- negativo, masculino-femenino, bueno-malo, y a identificarnos invariablemente con uno de aquellos polos. Sentimos que actuar “bien” es la conducta correcta y juzgamos a aquellos que no lo hacen como “malo” e incorrecto. Sin embargo, nuestra naturaleza humana se ha desenvuelto en diferentes ambientes en los cuales una conducta aparentemente incorrecta en la actualidad pudo haber sido la única forma de subsistencia en su momento.

Con esta visión de las cosas no deberíamos juzgar, por ejemplo, al que roba para alimentar a sus hijos, pues sería justificado tal acto de acuerdo al ambiente donde se desarrolla, a las necesidades que apremian, etc.

El ser humano se desarrolla y evoluciona a lo largo de una rueda de encarnaciones sucesivas tal como lo enseñan los budistas. A través de las diferentes experiencias de vida aprendemos de los extremos de la dualidad (en una vida anterior por ejemplo, yo me dediqué a robar bancos). Conforme evolucionamos aprendemos a actuar en el bien porque es ésa la naturaleza del espíritu: quiere avanzar en armonía con el universo, nace en un cuerpo físico, crece, se reproduce y muere (para volver a nacer); aprende a sobrevivir, a compartir, luego a ayudar a sus semejantes, porque eso le hace bien. Porque siente que no está separado, sino que forma parte de una familia humana. Un ser altamente evolucionado como el Buda llega al punto de la iluminación cuando realiza en si mismo que ya forma parte del TODO, su conexión ayuda a la humanidad en niveles superiores de entendimiento, ya no se identifica con la materia, trasciende la dualidad, se conecta con la divinidad en Si mismo, es UNO con todos.

El Buda existe en este estado de neutralidad. La neutralidad o ausencia de polaridad ha de existir en dimensiones superiores a las que no tardaremos en llegar si nuestra voluntad es firme y nuestro propósito comprendido.

Antes de iniciar esta aventura de ser humano, fuimos espíritus puros procediendo de aquel nivel de neutralidad. Quien tenga memoria actual de aquello sería un ser con un propósito de gran responsabilidad para proveer de ayuda a nuestra evolución actual.

Los seres que nos guían desde dimensiones superiores nos dicen que apresuremos el camino. El camino son las enseñanzas que debemos terminar de aprender en esta escuela para graduarnos y pasar al siguiente nivel de evolución.

La tierra como nuestra escuela y como ser que evoluciona siendo parte del cosmos, está moviéndose a una dimensión superior. Estos movimientos han sido parte de nuestra historia terrena, son ciclos dentro de ciclos, y estamos ahora cerrando un ciclo para iniciar uno nuevo.

No es el fin del mundo, es el fin de un ciclo. El fin de este ciclo terminará con aquellas vibraciones de un extremo de la dualidad, el egoísmo, el miedo, el dolor. No juzgaremos a los que aún subsisten en mantenerse en estos niveles porque es su aprendizaje, pero aquellos que ya lo vivieron (en vidas anteriores) y entienden (sienten) que pueden salir de aquello, si deberían hacerlo. Podemos ayudar difundiendo el cambio para que más miembros de esta familia humana acompañemos a nuestra madre tierra en su ascensión. Este es nuestro trabajo, este es el camino a andar en estos tiempos de cambios.

Al ascender de dimensión, solo los seres humanos que se mantengan sintonizados en vibraciones elevadas tales como la verdad, la paz, la rectitud, y el amor incondicional podrán seguir como una sola familia. Los que persistan en el otro extremo de la dualidad tendrán que orientar su camino a esferas similares a las condiciones actuales de nuestro planeta, donde leyes como la polaridad (y la de causa – efecto o karma, entre otras) aun gobiernen dicho globo.

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