Puthaparthi vs. Copenhague

Hacia fines del mes de noviembre del año 2009 me tocó viajar a un lugar maravilloso al sur de la India. En el estado de Andra Pradesh visitamos en el pueblo de Puthaparti el ashram de Swami Sai Baba. A este lugar acuden miles de peregrinos, no solo de la India sino de todo el mundo. Nosotros éramos un grupo mas de los miles que lo visitan buscando paz espiritual, pero por sobretodo buscando ser testigos de la presencia de este maravilloso ser del que hablan millones en el mundo.

Solo tuvimos oportunidad de verlo de lejos durante el darshan (visión de una persona sagrada) porque por aquellos días se celebraba el 84 aniversario de su cumpleaños y no logramos tener una entrevista personal con El. Pero aquello fue suficiente. La energía que irradia su aura provoca en los miles de fieles sensaciones indescriptibles. Demostraciones externas de lágrimas y risas, unidas a emociones profundas y estados completos de paz interior. Imposible describirlo con palabras.

El enseña que El es Dios, pero que cada uno de nosotros también lo Es.

La India es un país donde la pobreza lo golpea a uno por donde quiera que vaya. La basura está acumulada por todos lados, las vacas sagradas pululan en los basurales, mendigos amanecen durmiendo en las calles. Pero el contraste de toda esta carencia material versus la enorme riqueza espiritual de la que goza la mayoría merece una reflexión profunda.

En este lugar la gente tiene un corazón noble, es gente buena porque su razón de existir está dedicada permanentemente a Dios. La parte material entonces, no importa tanto. Pueden ser ignorantes porque no han recibido educación formal, pueden ser sucios, porque no han aprendido la importancia de la salubridad para la salud, pero son buenas personas.

He escuchado que en las reuniones en Copenhague donde se supone van los representantes de los países a tratar temas para salvar al planeta, ósea personas con buenas intenciones, éstos han terminado no solo sin llegar a ningún acuerdo, sino hasta con demostraciones violentas de maledicencia de unos hacia otros.

¿Es esto válido en tiempos como los que nos toca vivir donde la necesidad de unión entre los seres humanos es de vital importancia para lograr mejores condiciones de vida para todos en nuestro ya devastado planeta?

Todo esto pasa porque la única razón que mueve a estas personas es el dinero. El único interés es lograr acceso a los fondos ambientales, todos quieren una parte de esa torta. Nada más importa. Quizás el ego. Nada más.

Y esto sucede porque no hemos desarrollado espiritualmente. El desarrollo espiritual implica darnos cuenta de nuestra unidad como raza, de que somos espíritus encarnando temporalmente un cuerpo. Que esta vida no es sino un teatro, una fantasía solamente, nada de esto es real.

Todo lo que vemos es sólo maya, ilusión. Una ilusión entonces no puede ser trascendente. Acumular dinero, riquezas, comodidades, reconocimientos, al final de cuentas no nos trae la verdadera felicidad.

Estar cerca de Sai Baba es verdadera felicidad. Será porque nos acerca a aquella esencia divina de la cual somos parte, será porque nos trae a la memoria inconciente aún, que de ahí venimos y hacia El retornamos. Será porque nos hace sentirnos como en casa, amados realmente, niños nuevamente, inocentes e ignorantes finalmente de que solamente vivimos este juego que nos ha atrapado, pero del cual sabemos que está por terminar pronto.

Depende de nosotros. Salirnos del juego y ser espectadores de aquellos que aún no despiertan a la realidad, depende de nosotros. El juego terminará con aquellos que se mantengan en él, ciegos, ignorantes de que sólo son piezas. Depende de nosotros también despertar a más personas de buen corazón para iniciar una nueva etapa, un nuevo juego donde no seamos engañados mas, donde cada uno sepa quien es y para que ha venido.

Ya es tiempo de contar con más información sobre nosotros mismos. La búsqueda ya empezó para aquellos que están despertando. Y no es necesario ir hasta la India, solo basta mirar hacia adentro, silenciando nuestra mente y escuchando a nuestro corazón..